Cuando la responsabilidad es un lastre se convierte en culpa.

La culpa es la emoción que aparece cuando creemos que hemos actuado de forma negativa, teniendo consecuencias negativas para nosotros mismos o para otras personas.

Origen de la culpabilidad

Su origen tiene que ver con el desarrollo de la conciencia moral, que se inicia en nuestra infancia y que se ve influida por nuestras diferencias individuales y las pautas educativas. De esta forma autores clásicos como Freud o F. Nietzsche hablaban de la culpa, haciendo referencia al «yo» y al «superyo«, o lo que es lo mismo, la dualidad entre el «querer y el deber». Esta dualidad es la que hace que consideremos esta emoción como «negativa», aunque en ocasiones sí pueda tener una función constructiva.

Esa conciencia moral es la misma que, como seres humanos, hace que podamos sentir empatía hacia los demás. Sin ella sería imposible concebir la posibilidad de remordimiento ante ciertas situaciones.

«He hecho lo que quería pero me siento mal por la otra persona». Aquí un ejemplo en el que nos sentimos culpables pero aparece la empatía, de este modo, cabe destacar la «función positiva» (en cuanto a factores emocionales) que puede llegar a tener el sentimiento de culpa.👌

Debemos saber identificar sus causas, pero también que estas no son homogéneas, dado que el sentimiento de culpa esta profundamente relacionado con la escala de valores personales producto de la educación recibida, no todos experimentaremos culpa ante las mismas cosas y no toda culpa tiene un origen necesariamente reprobable, por tanto es fácil caer ante sentimientos de culpabilidad que choquen con la biología propia de las personas o sus intereses universales.

Características de la culpabilidad

La culpa es un estado emocional que no siempre es transitorio. Se queda en la persona, se va sumando a pequeños acontecimientos y llega un momento en el que hay culpabilidad, aunque no haya una razón aparente.

Se convierte en un patrón mental y emocional y, como tal, condiciona los actos y las relaciones que tenga con los demás, es decir, nos limitan. De esta forma, la persona vive con miedo a cometer más errores y se va haciendo cada vez más pequeña, apoderándose estas creencias limitantes de su propio comportamiento.🔄

¿Qué elementos tiene una persona con tendencia a la culpabilidad?

  • Autoheridas. Al existir una crítica interna contante, con remordimientos, «machaques mentales» (ese látigo del que hablo en consulta), surgen heridas emocionales difíciles de curar. Se trata de una «forma de castigo» para así redimir toda culpa.
  • Miedos recurrentes. Miedos relacionados con volver a cometer errores que puedan dañar a los demás o empeorar las situaciones, incluso cuando no hay probabilidad real de ello. Este miedo hace que nos podamos llegar a cohibir ante situaciones que nos recuerden a aquella ocasión en la que «fallamos».
  • Invasiones. La culpa hace que la persona tenga miedo a establecer límites sanos en las relaciones, tanto con conocidos como con desconocidos. De esta forma «se dejan llevar» sin poder establecer límites a aquellas cosas que no nos gustan.
  • Baja autoestima. Como no se refuerza la valía personal y las críticas internas son constantes, la autoestima de la persona acaba cayendo. El cuestionar cada pensamiento o comportamiento propio hace que nuestra inseguridad tenga el poder de ello. Lo cual propicia una mayor culpabilidad.

 

La responsabilidad como solución a la culpa

“Desde la perspectiva de nuestra cultura los actos humanos, además de intencionales, son libres, ya que derivan de elecciones que recaen sobre mi personalidad en la medida en que soy yo quien decide. Este planteamiento suele conllevar mucho sufrimiento porque da pie a rumiar si se ha cometido un error, si podía haberlo hecho de otra manera». (El sentimiento de culpa, pag 25. Carmen Durán, 2016)

La culpabilidad se suele relacionar con nuestra educación, cultura y con nuestras experiencias, pero también con los “debería” y las expectativas que creemos que los demás tienen sobre nosotros (miedo a ser juzgados por otras personas, «dar el callo», tener que estar «a la altura»).  Es un lastre que acaba condicionando toda nuestra vida y nos va afectando en cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Sin embargo, identificar que algo no va bien es el primer paso para poder aceptarlo como nuestro y dejarlo atrás para poder continuar nuestro camino.🌱

De esta misma manera, tendemos a relacionar la culpa con el pasado. Cuando consideramos que «tenemos la culpa» de algo nos centramos en ese hecho, en las consecuencias que tuvieron, en lo que se ha perdido debido a ello, y no conseguimos salir de ahí.

Sin embargo, cuando hablamos de responsabilidad, nos referimos al presente, obteniendo toda la información que podemos del pasado y poniendo el foco en el futuro. ¿Qué quiere decir esto? Efectivamente, cuando algo es nuestra responsabilidad utilizamos ese hecho para coger todo el  aprendizaje posible, añadimos las herramientas que tenemos en el presente y ponemos el foco en el futuro para así poder centrarnos en aquello que ACTUALMENTE nos importa. Porque, efectivamente, ya no eres la misma persona que vivió ese momento, ahora tus necesidades no son las mismas, ahora tienes más información. Como se suele decir… ¡»es muy fácil hablar a toro pasado»!💥

Recuerda: «Con la información que tenías en ese momento, las circunstancias, tus necesidades, deberes y lo que QUERÍAS, lo hiciste como mejor podías». De nuevo la dualidad entre el deber y el querer para poder tener.💭

Al sentirnos responsables sobre una situación nos sentimos con mayor motivación, ya que consideramos que podemos llegar a generar un cambio. Mientras que la culpa hace que nuestra responsabilidad baje, ya que la pasividad se apodera de nosotros, por ello no conseguimos salir de ese círculo en el que nos encontramos.

En definitiva:

👉Culpa: Nos ancla al pasado. Pasividad  

👉Responsabilidad: Pone el foco en el futuro aprendiendo del pasado. Motivación.

Cómo seguir adelante a pesar de la culpabilidad.

«¿Puede dejar de dolerme? » Cuando esto ocurra quiere decir que te has aceptado y perdonado, y eso no te hace peor persona. Mirar por nuestros propios beneficios está dentro de las características del ser humano, por ello a veces no sabemos cómo actuar, ya que anteponemos el bien de otra persona al nuestro.

«¿Cómo voy a olvidarlo?» – El proceso del perdón es uno de los más complejos que existen… no se trata de olvidarlo, se trata justo de lo anterior. De que lo puedas recordar sin que exista ese dolor y ese «machaque» constante. ¡Deja el olvido a un lado y pon el foco en la aceptación!

«¿Y si vuelvo a hacer lo mismo?» Esta frase arrastra MIEDO. Probabilidades puede haber, evidentemente, pero tenemos que aprender a aceptar que durante este proceso hemos adquirido aprendizaje, las circunstancias serán diferentes y nuestras propias herramientas para afrontar la situación tampoco serán iguales. De esta forma, las probabilidades para que actúes exactamente igual son muy bajas. Pero claro… los seres humanos no solo nos guiamos por la razón. ¡Ojalá fuera tan fácil como la estadística! Mientras que el miedo no te paralice y te haga estar en estado de alerta, ¡bienvenido sea!

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Trabaja tu autoestima. Esto hará que confíes más en ti mismo y que no actúes bajo la presión del deber, sino del querer.

Aún no has sido capaz de poner límites. Sino los pones tú… dejas de vivir tu vida para vivir la de otros.

Deja atrás la palabra culpa, nos trae dolor y machaque emocional. Empieza a usar la responsabilidad en su lugar, esto hará que sueltes el látigo.

Además…

👉No te responsabilices ahora de la otra persona también.

👉Acepta que ella o él gestiona su dolor como puede y siente, al igual que tú).

👉Y ahí no tienes control. Esa persona no depende de ti, ni tú de ella.

En definitiva…

¡Presta atención al foco! 🧐


“El sentimiento de culpa es parte fundamental del capital de emociones humanas, pero su función debe ser la reflexión, la modificación de conductas personales y sociales, pero para nada constituirse en un freno de la dinámica vital.”
FRANZ KAFKA

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BIBLIOGRAFÍA


Culpa y responsabilidad como vertientes de la conciencia moral. Roberto Amayo. (Instituto de Filosofía del CSIC, Madrid)

El sentimiento de Culpa, Carmen Durán. 2016

El sujeto autónomo y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Salomone, G. Z. (2006). 

La genealogía de la moral; Tratado Segundo, traducción de Ángel Sánchez Pascual. Friedrich Nietzsche; 

 

 

 

 

 

Rocío Martín Duque

Psicóloga infantojuvenil, parejas y familias.

📍Reus. Carrer Dom Bosco, 28 / Tarragona