Se habla en los últimos tiempos de «hambre emocional» y entre nuestros servicios trabajamos en conjunto la relación mente-cuerpo. Siendo especialistas en Inteligencia Emocional nos lanzamos a explicar y recopilar algunas de las características de este concepto con el fin de que podáis reconocer y gestionar este tipo de «hambre».

 

¿Cuántas veces has comido con consciencia?–, me preguntaron en un curso de Mindful Eating que realicé hace ya algunos años. En ese momento yo contesté: No lo sé. Y es que normalmente no atendemos ese momento de «comida» como se merece. La mayor parte de las personas están rodeadas de distractores en los momentos que hay estipulados para comer. De hecho, se dice hora de «comer» y no hora de «nutrirnos». Tan solo con ese matiz podemos darnos cuenta de que dista mucho el hecho de comer de la finalidad en sí mismo. Si a esto le añadimos que el estrés y la ansiedad es una de las mayores causas de malestar para la sociedad, nos encontramos con un panorama bastante jugoso en el que mezclar emociones variopintas, distractores y el comer sin consciencia puede ser una bomba de relojería.

Si en alguna ocasión te has sorprendido comiendo de forma compulsiva, si después de un día duro o triste te ha apetecido comer más de lo habitual o si has podido identificar que se te apetecen ciertos tipos de comida cuando estás más o menos estresado… quizás esta lectura pueda ayudarte a comprender que en esas ocasiones no estás sintiendo hambre real sino «hambre emocional».

¿Qué es el hambre emocional?

El hambre emocional es el equivalente a comer de forma emocional y es cuando utilizamos la comida como excusa para sentirnos mejor. Muchas personas que no han desarrollado estrategias de gestión emocional adecuadas (o más bien adaptativas) recurren constantemente a la comida como refuerzo o premio ante una sensación de malestar. Con esto no quiero decir que no podamos celebrar con comida, o tomarnos unas pizzas el domingo por la noche antes de comenzar la semana… la dificultad viene cuando esto se convierte en una norma para la persona y es una acción que repite constantemente.

Una característica del hambre emocional es que solo te sientes bien de forma momentánea después de la sensación de hambre. Realmente la comida no va a satisfacer esa sensación o necesidad de la que te estás haciendo eco. Es como cuando te fumas un cigarrillo, parece que estás calmado por un momento pero no es una calma real. Al ser en la mayoría de las veces un acto sin consciencia e impulsivo, puedes sentirte igual que antes de comer o incluso peor.

Cuando hablamos de hambre emocional tendemos a imaginar que es producida solo por emociones o sensaciones consideradas «negativas» (tristeza, miedo, aburrimiento, enfado…) Sin embargo, todo lo que entendemos como un premio o refuerzo es gestionado por el sistema límbico cerebral, del que hablaremos próximamente en otra entrada del blog. El sistema límbico se encarga de que como humanos repitamos aquello que nos ha gustado. Muchas veces salimos a celebrar con bebida y comida por delante y esto también se considera alimentación emocional.

¿Cómo puedo saber si lo que tengo es hambre emocional? 

Llega de forma inesperada y agresiva, a diferencia del hambre real que llega de forma paulatina

Suele apetecer algún tipo de comida concreta, no cualquier cosa que me llene o alimente

Se identifica más como un deseo, no tanto como una sensación en el estómago

No se siente satisfacción después de comer

Invaden pensamientos negativos tras la ingesta

No saboreas lo que comes y a penas te das cuenta de lo que contenía el plato

No pienso, no siento, solo actúo

Si te reconoces en alguna de estas situaciones, hay una buena noticia para todo esto y es que el hambre emocional se puede GESTIONAR. Para ello tenemos que aplicar herramientas de autoconocimiento, parar, observarnos y detenernos por unos instantes para poder valorar esas sensaciones y sobre todo, resolver la naturaleza de las mismas. Es la única forma de no caer en el engaño y usar la comida para calmar o como beneficio.

CAUSAS DEL HAMBRE EMOCIONAL 

  • Vivencias no gestionadas emocionalmente
  • Aprendizajes en relación a la comida (No puedes dejar nada en el plato, si te portas bien te compro chuches, para celebrar que acaba la semana…vamos a darnos un festín)
  • Estrés y ansiedad mantenido en el tiempo (crónico)
  • Sentimiento de culpa, aburrimiento o vacío
  • Dificultad para gestionar las relaciones sociales (ya que la comida es factor primordial de cualquier plan o evento)

 

 

PAUTAS PARA COMENZAR A LIDIAR CON EL HAMBRE EMOCIONAL 

  • Reduce tu estrés y gestiona la ansiedad
  • Reconoce que parte de ti está hablando cuando comes. Haz una revisión corporal de cómo te sientes físicamente
  • Identifica cuál es tu relación con la comida
  • Pon en práctica la atención plena o atención consciente hacia ti mism@
  • Utiliza los 5 sentidos: Escucha, toca, huele, mira y saborea lo que estás comiendo
  • Elimina distractores durante la comida
  • Plantéate el desafío de cuestionarte cuando sientas hambre: ¿Es hambre real o puede ser emocional?
  • Busca actividades que te motiven para poder elegirlas en esos momentos de ansiedad que te puedan llevar a confusión
  • Consulta a un profesional de la nutrición para poder optar por opciones saludables de aquello que te apetece comer, puede hacer que el sentimiento de culpa disminuya
  • Revisa el motivo de los premios que te das, puede que esa necesidad te lleve a darte cuenta de algo importante y puedas tomar decisiones
  • Refuerza tu autoestima y crea hábitos que te hagan sentir bien
  • Haz un diario alimenticio en el que incluyas cómo te sientes antes, durante y después de comer
  • No olvides que el acto de comer conlleva la finalidad de nutrir

 

 

 

Sara Berrocal. Psicóloga Coach especialista en inteligencia emocional.

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