Si te sientes en una encrucijada, si sientes que tu camino ahora se abre en una bifurcación y no tienes claro qué camino escoger… decirte que no es algo extraño esto que te ocurre, esto que sientes.

«Si te sientes en un dilema, has de estar seguro de algo: tu decisión ya está tomada.  Aún no eres consciente de ella»

Una vez me dijeron que si tenía alguna duda sobre qué camino escoger o qué opción elegir, lanzara una moneda al aire y le otorgara a cada cara de la moneda (la cara y la cruz) el nombre de aquellas cosas que están en mi vida poniéndome difícil la decisión, aquellas dos cosas que me están provocando el dilema. De tal forma que cuando la moneda está en el aire a punto de caer de nuevo en mi mano, y antes incluso de que se deje ver la cara o la cruz de la moneda, aquello que se me venga a la cabeza a modo de deseo… ESO es lo que realmente quiero.

He de escucharme, observarme en ese deseo y reconocerme con él. Dejarle espacio, sin cuestionarlo ni juzgarlo. También he de hacerme preguntas sobre la cara de la moneda que no quiero que salga. Ese motivo también es importante para reafirmar aquello que quiero y deseo.

Sin embargo, podemos hacer este ejercicio, desear que salga la cara o la cruz de la moneda, y seguir en un dilema. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué factores están influyendo en mi para que me sienta en un dilema y no logre decidir? 

Puede que los únicos elementos del dilema no sean las dos opciones entre las que te encuentras, sino también factores que están directamente relacionados con:

  • AUTOESTIMA Y VALORES PERSONALES
  • CREENCIAS SOCIALES
  • EXPERIENCIAS VITALES

Para muchas personas al estar viviendo desde la CARENCIA en algunos de estos factores y no desde la ABUNDANCIA, tomar decisiones se convierte en desafío constante. Este desafío se hace aún mayor si la decisión que tenemos entre manos conlleva el romper vínculos emocionales con algo o alguien. Como por ejemplo: un divorcio, un cambio de trabajo, un cambio de vivienda…Hay varias razones por las que se evita tomar decisiones:

  • MIEDO a la responsabilidad. A equivocarte, a que no sea la mejor opción, a que no sea lo que te han advertido, lo que has vivido o lo que has visto en tu entorno. En definitiva, miedo a ser responsable de avanzar hacia lo que no conoces.
  • CULPA. «si hubiera hecho …» , » si hubiera escuchado…»  «si me hubiera dado cuenta antes…» «si hubiera sido capaz antes…» Teniendo en cuenta que no podemos NO ELEGIR, es decir, el no elegir también es una decisión. Por lo que nadie puede tomar decisiones por ti, solo tú puedes hacerlo. Las consecuencias son recibidas pero no porque seas tú, o lo hayas hecho mal, sino porque solo tu puedes hacer algo para cambiar y eso te hace responsable de tus acciones. Piensa por un instante ¿Qué pasaría si otra persona tomara o hubiera tomado por ti esas decisiones constantemente?  
  • SENSACIÓN DE RENUNCIA, DE PÉRDIDA. Cuando estamos diciendo que NO a algo, estamos diciendo a la misma vez que SÍ a otra cosa. Y esto se nos olvida, ocasionando en la persona una sensación de pérdida, de renuncia, de quedar mal con algo o alguien, de hacer daño a algo o a alguien… Cuando estamos diciendo que NO estamos GANANDO aquello que siento que es beneficioso para mí, me hará sentirme mejor y podré relacionarme de una forma más sana con el entorno.

Para salir del dilema he de ser consciente de los frenos que me estoy poniendo y esto no es sencillo. La mayoría de las ocasiones para evitar decidir buscamos otro punto de responsabilidad que no sea uno mismo e intentamos compartir el mal trago. Por ejemplo:

«no me apetece ir a tomar café con X, no se lo digo. Lo que hago es esperarme hasta el último momento para contestarle el mensaje de mala gana y a última hora. Para la hora que yo le contesto el mensaje, X ya ha hecho otros planes… Me enfado con X por haberme dejado tirad@.»

Puede que haya decisiones procrastinadas (decisiones que no se están tomando y que se están dejando para después) que no nos repercutan en exceso… pero todas paralizan, frenan… el crecimiento y el aprendizaje. Y aunque no nos demos cuenta está afectando en nuestra relación con el entorno, provocando reacciones del mismo que a priori no reconocemos. Cuando estamos con un dilema no solo estamos entre dos opciones, sino que se suman muchas otras ideas, pensamientos, emociones, experiencias… que están ahí en ese proceso, intentando que lo que decidas sea «lo mejor«. Te pregunto, ¿Qué es lo mejor para ti? ¿Qué es mejor o peor? ¿Cómo podrás saberlo?

Esto de ELEGIR no es ningún don, todos podemos hacerlo, debemos hacerlo para vivir una vida propia y auténtica. Por eso es tan importante no caer en las excusas y en dejar para más adelante. Escucha atentamente y sabrás cuando hay algo que te gustaría cambiar, mover, escoger… desde una camisa en una tienda, hasta la persona con la que quieres compartir tu vida, un trabajo, un café con amigos, una película en el cine… TUS DECISIONES TIENEN VALOR, RECUÉRDALO.

 

 

 

Sara Berrocal. Psicóloga Coach especialista en inteligencia emocional. 

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